Esta
historia me contaba mi abuela paterna en las largas noches de tinieblas
cuando se iba la luz y me metía en su cama a escuchar sus aterradores
relatos.
Pues ella aseguraba que era algo real y decía
que hace varios años atrás mi bisabuelo regresaba a su casa luego de
jugar naipes con su compadre un viernes santo en la madrugada y le
llamo la atención ver un grupo de personas vestidas de negro y con velas
en las inmediaciones del cementerio de la localidad, lo primero que
pensó y dijo es ¿Por qué la procesión de viernes santo se haría tan
noche y casi en la madrugada?
Sin embargo como era muy
devoto de las almas sin pensarlo dos veces se junto a la procesión que
cumplía su recorrido por las calles aledañas al cementerio, pero lo que
se le hacía raro es que todos vestían de negro y con sus rostros
tapados, en ese momento una mujer se le acerco y le dio un cirio
prendido y continuo la procesión, pero la intriga de mi bisabuelo
continuaba en vista de que los canticos que se entonaban eran algo
desconocidos y como de ultratumba, llenándose de valor se atrevió a
tocar a uno de esos misteriosos seres y cuando se dio la vuelta, pudo
observar la fría presencia de una calavera, a mi bisabuelo le faltaron
piernas para salir corriendo y llego a la casa con espuma en la boca y
temblando a contar su increíble historia, el cirio que tenía en su mano
se había trasformado en un hueso fémur , a partir de este tétrico
encuentro nunca más salió a jugar naipes con sus amigos en un viernes
santo y tuvieron que curarle el espanto y pasarle el huevo.
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