Esta
historia le escuche contar a mi abuelo hace muchísimos años atrás, en
vista de que el mantenía una buena amistad con el sacristán de la
iglesia matriz de Cayambe.
Pues en una ocasión este
mentado sacristán se quedo jugando naipes en la casa de un amigo y
cuando se percato de la hora, salió muy agitado rumbo a su casa, pero su
esposa muy molesta por lo avanzada de la noche y al ver que no llegaba
le aseguro la puerta y por más que el trasnochador sacristán golpeó, no
le abrió.
Sin tener donde dormir y con el frio de la
noche que le calaba los huesos, se acordó que tenia la llaves de la
iglesia matriz y sin pensarlo dos veces se dirigió a la misma, para
pasar allí la noche y medio dormir.
Al llegar se acomodo
en una banca y se cobijo con su chompa, pasaron algunos minutos y
empezó a escuchar ruidos muy raros, como que arrastraban cadenas,
quejidos lastimeros y pasos de personas que se acercaban en medio de la
espeluznante obscuridad, y para el colmo del susto sintió que le
empezaron a jalar de las piernas.
Al día siguiente el
padre párroco lo encontró botado en un patio interno cercano a la
iglesia, cuando se recupero y conto su increíble historia, nadie le
creyó y tuvo que aguantar el insulto del curita y la golpiza de la mujer
por no haber llegado a dormir.
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